Cuando lleguemos.

Seremos semejantes a los ángeles. ¿Cuándo? Cuando poseamos vida eterna. Y esta vida eterna se adjudica a todo ser humano que reconoce en el Cuerpo y la Sangre de Cristo la salvación.

El bautismo nos hace ser comensales del Banquete. Y, a través, del Banquete nos hace salvos, el Señor, de la corrupción por nuestros pecados.

De igual manera que el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los bautizados a través del Cáliz, que beberemos todos, de la muerte, nos transfigura en poseedores y coherederos del cielo.

Las sectas se caracterizan por la poca seriedad de sus miembros y dirigentes a la total conversión del alma, el espíritu y el cuerpo. De igual manera que «somos un sólo cuerpo» como afirma San Pablo, » somos distintos miembros de un sólo cuerpo» como nos recuerda el Mensaje Paulino.

Esto se debe a que hay una jerarquía, en el cielo, en la tierra y en el seno de la verdadera Iglesia Universal.

La cual es Peregrina junto a la Santísima Virgen en el camino hacia el Padre.

Que Jesús, María y José bendigan la amarga travesía.

Sr. D. José Benlloch.

Acólito de la Diócesis de Valencia.

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